K. Espiritualidades

Esto de la Justicia Divina, creo que tiene una parte algo injusta por que a algunos se les ha dado la Fe del Carbonero y a otros simples mortales, como el que escribe, lo tienen todo enredado con sus problemas morales, éticos y espirituales en general. Para los que no están informados, eso de la Fe del Carbonero, nace como todas estas cosa, en algún pequeño pueblo europeo (¿existirá?), hace muchos años. A un carbonero que salía todos los días a vender su carga de carbón. Le preguntaron si tenía Fe. Contesto: yo no entiendo nada de eso, pero todos los días después que cargo mi carro con carbón, me voy a la iglesia, me arrodillo delante del Señor Jesucristo y le pido que me ayude a vender todo el carbón, y todos los días vendo todo el carbón. Este cuento, en realidad permite muchas conjeturas, entre ellas, por supuesto, ¿habría vendido el carbón de todos modos si no hubiese ido a la Iglesia? Eso no importa ahora, lo cierto es que la Fe del Carbonero existe y como ahora, hay muchas personas que solo creen, nunca se cuestionan nada, ni creen que haya alguna buena razón para hacerlo. Otros como este servidor, se cuestionan todo, quieren aclararlo todo, entenderlo todo, por que lo que yo no entiendo, es posible que ni siquiera sea verdad. El pobre Stephen Hawking, autor de “Historia del Tiempo”, apaleado por la vida y por su esposa, ha pensado mucho en el origen del Universo, y ha dicho y se ha desdicho varias veces asegurando que el universo, o se creó solo o debe haber un creador y, últimamente asegura que hubo un gran cuetazo, el Big Bang, que dio origen a todo y que de allí salieron los  astros, los animales y las plantas, y nosotros, pasando por el perejil y la chicha de Curacaví. El pobre Lavoisier, con su frase de que “nada se crea, ni nada se pierde, solo existen transformaciones” y el otro que dijo que “De la nada no puede resultar nada”, nos parecen, al menos, sensatos. El caso de los millonarios que de la nada han hecho fortunas, tiene al menos la explicación que emplearon mucho esfuerzo en un ambiente lleno de oportunidades para hacerlo. O sea de la nada, no. Yo soy católico de origen, es decir provengo de una familia catalana radicada en Chile donde la religión católica venía por inercia, pues pocos en el clan era religiosos, eso sí, todos los niños a colegios de curas o de monjas, nada de liceos ni otras cosas. O sea mis padres tal vez eran creyentes, pero de practicar, no recuerdo. Se interesaban por los temas religiosos que aprendíamos en el colegio, pero no mas que de los de matemáticas o castellano. Nos estaban preparando para la vida. Sin embargo, yo creía que todo el mundo era católico, pues mis amigos y compañeros lo eran. Estudiaba en el Instituto de Humanidades Luis Campino, en la Alameda, al lado de la Universidad Católica y, por supuestos, todos éramos católicos e hinchas de la UC. Por eso mi sorpresa fue mayúscula cuando el primer domingo dentro de la Escuela Militar, formada la compañía, el capitán ordenó: los cadetes que no van a asistir a la misa, formar al frente. Yo espantado vi que unos 20 de los cien que éramos, salían a formar al frente. No lo podía cree, incluso uno con el cual ya me había hecho muy amigo. Eran principalmente cadetes del sur, algunos luteranos, otros debe haber sido solo por rebeldes. La cosa es que a los que formaron al frente, se les ordenó buscar “paño y Brasso y, a la derecha, en dirección a las duchas, mar”. Estarían limpiando llaves mientras nosotros estábamos en misa. Yo pensé debió ser una especie de castigo divino. Pasaron los años y yo seguía peleando contra una sexualidad que se me salí hasta por los poros. Los llamados malos pensamientos no me abandonaban ni de día ni de noche. De los curas de ese tiempo tengo el mejor de los recuerdos, el pocho Puelma, el Sr. Mella, el cura Urizar, el rector González, monseñor Valenzuela (que después me lo encontré en la UC) y otros. Yo me ”atendía” con el pocho Puelma. Le decían Pocho por que era algo aristocrático, vestía impecablemente su sotana negra, quiero decir sin manchas, y hablaba un poco (solo un poco), como lo que después el humorista Jorge Romero (Firulete) identificó, como Pepe Pato. Yo me sentía muy cómodo hablando con él. Lo entendía todo, lo explicaba todo. Cuando le fui a presentar a Ivette porque ya era mi novia, me felicitó y nos habló un largo rato, salimos felices. Ivette que venía de una traumática educación de las monjas de la Santa Cruz de Temuco, me comentó: muy simpático tu amigo cura, no sabía que habían algunos curas así. Felizmente en ese tiempo había que estar en ayunas para comulgar, así que si uno no comulgaba, por no estar confesado, le echaba la culpa a que: me había comido un pan al desayuno. Después que sacaron esa limitación, no se como lo harán los jóvenes de hoy día (si fuese necesario hacerlo?). Así pasó el tiempo y yo peleando con los dogmas, las reglas, los malos ejemplos de algunos curas, y tratando de mantenerme en la línea. Cuando llegamos a Concepción y empezamos a llenarnos de críos, mas por ignorancia que por adicción a las recomendaciones  de “recibir todos los niños que Dios mande”, aunque ya empezaba esto a abrirse con la Paternidad Responsable, que cada cual entendía según su conveniencia. Nos Invitaron a formar un equipo en el Movimiento Familiar Cristiano (MFC) que había llevado el Cura Ferrari a la ciudad de Concepción. En esto estuvimos varios años, podrían ser cuatro o cinco años, hasta que se disolvió en 1970 (aprox.). Teníamos reuniones, retiros y mas reuniones, casi todas la semanas, estudiábamos los evangelios y las encíclicas y en general llevábamos una vida que podríamos llamar semi-devota. Sin embargo, nunca pudimos sacarnos de la cabeza con mi señora que el MFC nos tomó demasiado tiempo que debimos dedicarlo a nuestros cinco hijos que eran muy pequeños.   Aunque cueste creer, la Escuela Militar tuvo también parte en mi formación católica. Había gran respeto por lo religioso, incluso desfilé varias veces para el día de la Virgen del Carmen. Los domingo había misa de cuartel celebrada por el capellán Abarzúa. Se efectuaba en el patio central con la escuela formada (la Escuela Vieja). Recuerdo mi impresión cuando vi, a la hora de la comunión, al teniente Palacios (el que se tomó la Moneda) avanzar hacia el altar y arrodillarse para recibir la comunión. No habría sido tan extraño si no hubiese sido que el teniente Palacios era considerado por los cadete un tremendo milico, muy exigente, autoritario y bueno para dar castigos, aunque justos.

Hay en nuestras vidas, e incluyo a Ivette, un período de separación con la Iglesia Católica chilena. Se produjo, cuando siendo nosotros partidarios del gobierno militar, la Iglesia Católica chilena era, al menos la jerarquía, contraria a él. Los domingos, los curas eran obligados a leer unas cartas de los obispos que nos enfermaban. Durante la UP, habíamos estado apunto de irnos del país, así que oír en misa esas lecturas nos hacía mal, a Ivette la enfermaban. Así es que un día decidimos, en resguardo de lo que nos quedaba de nuestra fe, no ir a misa. Estuvimos 18 años sin ir a misa y alejados de algunos amigos del MFC que habían quedado, en relación con esto, al otro lado de la acequia. Es histórica la forma en que los creyentes se dividieron en dos bandos, cada uno con sus curas. No puedo dejar de pensar en que le habrán contestado al señor cuando les preguntó: ¿Porqué dividiste mi rebaño? Y como al Señor no lo hacen leso tan fácilmente, este tema debe haber sido considerado. Confío que se habrán salvado. Un domingo le dije a Ivette que iba a ir a misa. Ella me dijo que prefería no ir porque le daba susto hacerlo, porque quizás que cosas iban a decir en la lectura de las carta de los obispos. Fui solo.

En la parroquia del Barrio, De Lourdes en Concepción, estaba el cura Hugo Márquez, con quien me entendía muy bien.

Con el tiempo volvimos a ir a misa y toda la práctica religiosa. Nuestros amigos de MFC, si bien nos veíamos de vez en cuando, nunca volvimos ser igual de amigos, pertenecíamos a grupos ya separados. Pasó el tiempo e Ivette que ya tenía edad para quedar libre de obligaciones con la Iglesia, dejó de ir y nunca perdió el miedo. Yo seguí regularmente con las actividades parroquiales.

En Concepción funciona un grupo de ex cadetes militares denominado Cien Aguilas, al cual pertenezco y voy con mucho agrado a las reuniones, usualmente comidas. En estas reuniones, luego de la parte formal, se ordena “marcha de camino” lo que significa que hay libertad para hablar y meter ruido; es el momento de los chiste de doble sentido, las historias de todo tipo y sobre todo, es  el momento de demostrase cariño entre camaradas. Es una típica comida de cuartel, de grata memoria. En una de éstas, se me acercó un camarada, se sentó mi lado y en voz baja, a pesar que el ruido era infernal, me preguntó: ¿tu eres católico? Le respondí que sí. Agregó: Yo creo que tu serías un buen Ministro de la Comunión, has pensado en ello? Yo no sabía ni de que hablaba. Continuó: cuando tu tienes en tus manos el cuerpo del Señor, e hizo el gesto de sostener la hostia en los dedos, te cambia la vida. Piénsalo dijo y se cambió de lugar, interrumpido por los que llegaban a contar sus chistes. No lo he visto más. Esta historia la he contado en Biografía (B), pero vale la pena anotar algo mas. Como se sabe, después de hablar con el cura Marquez de mi parroquia de Lourdes (Pedro de Valdivia) sobre el asunto, me propuso que viera si me gustaba el curso que al respecto daban en Betania. Tomé el curso-una vez a la semana- que no me gustó mucho, creo que se puede mejorar mucho. Al término, no hubo graduación ni nada. El cura Marquez me explicó que era suficiente, por que quién realmente autorizaba y asignaba trabajos era el cura párroco. Quedé para distribuir la comunión a los fieles de las misas de domingos a las 12 y para San Expedito. Cuando el Obispo, instauró a San expedito en la Parroquia, fue una locura, como también sucedió en Con-Con. Los días 19 de cada mes, habían misas a las 12 y 19 hrs. La cantidad de gente que asistía era enorme, no cabían en el templo y la calle Pedro de Valdivia prácticamente se interrumpía. El publico era principalmente del otro lado de la linea del tren. El cura Márquez, que sin estar al principio muy entusiasmado, finalmente se entregó de lleno y, con su actuar campechano resultó perfecto para los actos populares. San Expedito quedó a cargo de las causas perdidas, entre otras, también de las cosas perdidas. Así se estableció, no oficialmente, que para pedir algo había que decir por ejemplo: “San Expedito, San Expedido, encuéntrame las llaves, pero encuéntramelas ligerito”. Era muy folkclórico todo. Cuando el campechano cura Márquez se jubiló de la parroquia y llegó un nuevo cura, el Padre Riffo, mas teológico y académico, parte de los fieles, principalmente  los el otro lado de la línea, dejaron de asistir al templo. Ahora es otro tipo de público, mas bien del lado de arriba de la línea.

Alcancé a quedar encargado por el cura Márquez, de llevar la comunión los domingos en la mañana al Sanatorio Alemán que estaba en la jurisdicción de la Parroquia. El cura me encargó “Oncología”. La que he servido hasta ahora. Es un asunto triste, porque hay muchos moribundos, pero por otro lado muy gratificante. Parte de mis experiencias en este ministerio, han quedado consignadas en los, hasta ahora, seis textos destinado a un futuro curso para Ministros que se podría dar en la Parroquia o en seminarios. (Ver Texto MESC en  K.1.1-10). Puedo asegurar que mi camarada de Cien Águilas, le “achuntó” medio a medio, porque esto me cambió la vida.

K.1. Textos MESC para discutir en cursos de preparación

 

Desde el inicio de mis actividades de Ministro, tuve varias experiencias, inéditas para mi, las que me sorprendieron gratamente. Fueron situaciones que me tocó experimentar y, muy novedosas para mi. Pensé que a otros ministros les podrían haber sucedido también y era bueno que las discutiéramos. Varias de ellas comprendían situaciones para las cuales no habíamos sido advertidos. Cada una las escribí en la forma de un cuento corto. Pensé que podrían ser usadas en seminarios de Ministros para mejorar la preparación y comprender mejor nuestra misión. Hasta el momento no han sido usadas, y aquí se presentan por primera vez.

Para abrir hacer click sobre la palabra

K.1.1     Nº1  El dilema del Ministro
K.1.2     Nº2  El secreto del Ministro
K.1.3     Nº3  La boda y el Ministro
K.1.4     Nº4  El Ministro y un rosario por bendecir
K.1.5     Nº5  Las enfermeras también
K.1.6     Nº6  Un vestido para la primera comunión
K.1.7     Solicitud de comunión a domicilio para la parroquia
K.1.8     Carta a Don Reinaldo