Sin duda he sido beneficiado con habilidad para los deportes. Desde muy niño, sentía placer, a veces físico, al hacer ejercicios. Para mi madre fui un problema porque quemaba mas energías que las que ingería. O sea era un chico flaco e inquieto. Mi abuela catalana me decía “cul de Jaumet”, algo así como el culo de Jaimito, tal vez por que en su tierra hubo un chico que nunca estaba quieto y se llamaba Jaumet (según me he informado, en España, esto se debía a un parásito intestinal que producía prurito en el ano. En Chile se le llama pidulle). Esto no habría sido tan terrible si no hubiese sido que enfermé de tuberculosis (complejo primario) y debí hacer reposo absoluto y, que para estudiar había que estar quieto y concentrarse. Esto me transformó en un niño simpático pero problemático. Es decir fui pésimo alumno. Fuera de las pichangas de fútbol en la calle, no hice ningún deporte hasta que entré a la Escuela Militar. Allí sobresalí en atletismo y gimnasia en aparatos. Después seguí haciendo deporte toda mi vida como se verá en este capítulo, especialmente equitación de salto.
Esporádicamente practiqué otros deportes pero no persistí en ellos, como el buceo autónomo, por ejemplo, al que llegué por obligación. Me tocó en una oportunidad dirigir una tesis de biólogo marino, relacionada con siembra de una alga en el fondo marino. Para poder controlar el desarrollo de la tesis, debí hacer entrenamiento de buceo autónomo. Fue una buena experiencia. Hice el curso y lo aprobé con distinción en la Marina en Talcahuano. Desgraciadamente no pude obtener el carnet de buzo autónomo por ser mayor de 54 años (tenía 55). De todos modo buceé bastante hasta que se terminó la tesis. Lo recuerdo como una buena experiencia. Quizás que habría sucedido si me hubiesen dado el carnet.
(Para abrir, haga click sobre la palabra)
I.1. Atletismo
I.2. Artes Marciales
I.3. Equitación
I.4. Patín Hockey
I.5. Gimnasia en aparatos
I.6. Sobrevivencia
I.7. Kallistenia