H. Arte

No soy un artista nato, de esos que para vivir deben hacer arte y se resisten a hacer otra cosa aunque sea en desmedro de su calidad de vida. Tampoco nací con gran sensibilidad artística como para reconocer el arte bueno del otro. Conozco personas de una sensibilidad exquisita, especialmente para la música o de una manera general la descubren donde esté, en pintura, decoración, vestimenta, paisajes, perfumes. Creo que esta gente así como goza, también sufre al tener que exponerse a cosas muy feas (radio, televisión, propaganda, letreros, etc.) y no poder librarse de ellas, pues antes de poder juzgarla, ha tenido que oírla,  verla u olerla.  De esto quedé libre yo desde el nacimiento; mas bien tendía a encontrar bonito lo que ya les gustaba a otros. Hice algunos intentos en la guitarra, pero descubrí que nunca lograría afinarla, el oído no me decía nada. Felizmente hoy hay afinadores electrónicos.

Recién casado, con mi señora nos inscribimos en un curso de cerámica en la Escuela de Verano, de la U. de Chile (1954). No recuerdo el nombre del profesor, pero era un conocido ceramista chileno, moreno, bajo de estatura, con un bigote negro importante. Fue una linda experiencia el modelar arcilla y luego cocerla. Parece que para todos los alumnos el curso, cuando mas cerca de la realidad estaba la figura, era mejo.  El profesor trataba de abrirnos los ojos a otros trabajos, por ejemplo figuras un poco abstractas, pero a nosotros nos parecía que solo eran pieza que no habían quedado bien y, que los que las vieran diría que no se parecían a nada, o sea un fracaso.  Finalmente nos incorporamos con Ivette a un conjunto de guitarras que en Concepción, dirigía el Sr. Ramírez, que vivía con su madre en una pieza grande arrendada en la cual hacía sus clases simultáneamente a una diez personas. Este conjuntos logró cierto crédito (1960). Nos presentamos dos veces en el teatro de la Universidad de Concepción. Era mixto y las mujeres se presentaban con vestido de china. Yo creo que por ahí estaba el éxito. De la pintura nada. Podía reconocer cuando algún dibujo quedaba muy igual al modelo, pero solo eso. Me inclinaba mas por lo natural, es decir sin intervención de arte humano. Solía pensar que cuando el hombre intervenía algo, solo lo echaba a perder.

Le tomamos, en esos años, con mi señora el gusto a los curso y tomamos muchos, prácticamente siempre estábamos asistiendo a algún curso: cerámica, decorado de jarrones, arte ruso, confección de tasas y jarras, etc. los profesores eran variados, buenos y no tanto. Hasta que en la Universidad de Concepción, caímos en la pintura.  Era importante ir juntos, compartíamos materiales, información  y juicios. Los profesores eran buenos, generalmente profesores de la Escuela de Arte. Sacando la cuenta, estuvimos en clases de pintura unos 25 años, juntando diplomas y llenando el ático de pinturas a medio terminar. Cuando Ivette enfermó ya no tenía ánimo para ir a clase, así es que fui solo. Lo que hago hasta el día de hoy. Posteriormente entré a talleres de literatura, especialmente cuento corto y poesía. Hay detalles en las secciones correspondientes.

H.1.1.A. Literatura Publicada individual
H.1.1.B. Literatura Publicada en colectivos
 
H.1.2.1. Poemas inéditos
H.1.2.2. Poemas dadaístas
H.1.2.3. Cuentos inéditos
 
 
H.3. Manualidades
H.3.1.    Artesanía
H.3.1.1. Talabartería
H.3.1.2. Relojes antiguos
H.3.1.3. Taller de manualidades
H.3.1.4. Bicicletas
H.3.1.5. Cuchillo de sobrevivencia
H.3.1.6. Atrapa bichos